Las enfermedades del aparato circulatorio, en especial la enfermedad isquémica del corazón y la enfermedad cerebrovascular, representan la principal causa de mortalidad en España. La alta prevalencia de los factores de riesgo que las pueden desencadenar hace necesario su abordaje temprano desde la Atención Primaria. Muchos de estos factores de riesgo, como son la hipertensión o la hipercolesterolemia, son modificables a través de un cambio de hábitos de vida, en el que la alimentación desempeña un papel protagonista.
Conscientes del importante impacto que las enfermedades cardiovasculares tienen sobre la población, la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) y, más concretamente, su Grupo de Trabajo de Hipertensión Arterial, viene organizando desde hace cinco años unas jornadas nacionales orientadas a actualizar los conocimientos sobre estas patologías, su prevención, diagnóstico y tratamiento, con el fin de favorecer su manejo desde la Atención Primaria.
Las V Jornadas Cardiovasculares de SEMERGEN, que se celebraron los pasados días 16, 17 y 18 de mayo en Bilbao, recogieron en su programa científico la mesa redonda “Potenciales factores de riesgo cardiovascular. Estrategias nutricionales de control y prevención”, una sesión promovida por EROSKI en la que reconocidos expertos compartieron las últimas experiencias que, desde el ámbito de la nutrición, han demostrado ser útiles para la prevención y el control de la enfermedad cardiovascular y de algunos de los factores de riesgo más comunes.
La mesa redonda contó con la participación del Dr. Javier Aranceta Bartrina, Presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), la Dra. María Luisa López Díaz-Ufano, Coordinadora Nacional del Grupo de Trabajo de Nutrición de SEMERGEN, el Dr. Pedro Mata López, Fundador y Presidente de la Fundación Española de la Hipercolesterolemia Familiar (FHF), y Alejandro Martínez Berriochoa, Director General de la Fundación EROSKI.
Últimos datos sobre prevalencia
La preocupación por parte de los profesionales de la Atención Primaria por el aumento de casos de enfermedad cardiovascular o de factores de riesgo asociados que llegan a sus consultas está justificada. El abordaje temprano hace posible un mejor pronóstico de estas patologías, pero el objetivo deseable es lograr su prevención. Como apuntaba en su introducción el Dr. Aranceta, moderador de la mesa, la asistencia sanitaria está haciendo una importante labor para que la supervivencia sea posible tras un evento cardiocirculatorio, pero los datos siguen siendo alarmantes: “dentro de las principales causas de mortalidad en España, las enfermedades del aparato circulatorio, junto con el cáncer, son el problema más importante. La mortalidad por enfermedad cardiovascular alcanza el 30%, con diferenciación entre la enfermedad isquémica, principal causa de muerte en los hombres, y la cerebrovascular”.
Dr. Javier Aranceta Bartrina
Médico, Doctor en Nutrición y Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública.
El Dr. Aranceta es Presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), Director de la Unidad de Nutrición Comunitaria de la Subárea de Salud Pública de Bilbao y Profesor de Salud Pública y Nutrición Comunitaria, Nutrición Humana y Dietética en la Universidad de Navarra.
Posee amplia experiencia docente y en la dirección de proyectos de investigación relacionados con la epidemiologia nutricional y la nutrición comunitaria y es autor de numerosos libros y artículos divulgativos en el campo de la nutrición, dietética y salud pública nutricional.
Para lograr esa prevención es fundamental intervenir sobre los factores de riesgo conocidos, muchos de los cuales son modificables a través de la adopción de hábitos de vida saludables que incluyen una alimentación adecuada, la práctica de actividad física o el abandono del tabaco. De hecho, la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia y el tabaquismo son, junto con el sobrepeso, la diabetes y el sedentarismo, los principales factores de riesgo cardiovascular.
Para referirse a estos frecuentes factores de riesgo, el Dr. Aranceta hacía mención a las conclusiones del Estudio DORICA (Dislipemia, obesidad y riesgo cardiovascular), publicado en Medicina Clínica de 2004, y del que es coautor. En este estudio, representativo de la población española, se observó que la hipertensión arterial era, tanto en hombres como en mujeres, el primer factor de riesgo cardiovascular, seguido de la hipercolesterolemia y del tabaquismo. Cabe, por otra parte, señalar que un factor como la obesidad, cuya prevalencia ha ido aumentando de forma importante en los últimos años, “tiene un impacto indirecto muy importante porque se relaciona con algunos de los principales factores de riesgo cardiovascular”
Esto pone de manifiesto la complementariedad que existe entre factores de riesgo cardiovascular como las hiperlipemias, la hipertensión, el exceso de peso o la diabetes, muy ligados al estilo de vida. Si bien la aparición de uno de ellos puede propiciar la incidencia del resto, la buena noticia es que, en muchos casos, su prevención es posible si se ponen en marcha estrategias nutricionales adecuadas.
El rol de la hipertensión arterial en la patogénesis de la enfermedad cardiovascular ¿cómo prevenirla desde la Atención Primaria?
En su intervención, la Dra. María Luisa López Díaz-Ufano quiso aportar una visión práctica sobre el manejo de la enfermedad en el día a día del paciente por parte del médico de familia. Desde su campo de especialización, la Nutrición y Planificación Dietética, recomendó pautas de actuación orientadas especialmente al tratamiento y la prevención de la hipertensión arterial, un problema con alta prevalencia cuyo control puede disminuir de forma importante la aparición de enfermedades cardiovasculares, especialmente las de tipo cerebrovascular.
Se estima que la prevalencia de la hipertensión arterial en adultos es de un 35%, un porcentaje extraordinariamente elevado que va a aumentando progresivamente a medida que avanza la edad. Tal como indicaba la Dra. López Díaz-Ufano, uno de cada tres pacientes que pasan por la consulta de Atención Primaria es hipertenso. Sin embargo, este trastorno solamente se diagnóstica en dos de cada tres individuos que lo padecen y, de ellos, sólo alrededor del 75% recibe tratamiento farmacológico, siendo este adecuado sólo en el 45% de los casos.
La identificación del problema desde la consulta del médico de familia y la recomendación de hábitos de vida saludables podría frenar de forma importante la incidencia de eventos cardiovasculares de gravedad, ya que, afortunadamente, muchos de los comportamientos que desencadenan la hipertensión son, en un principio, modificables. Se trata por tanto de un problema que puede ser tratado de forma efectiva, sin embargo, advertía la doctora, “algo debemos estar haciendo mal cuando, a pesar de tener herramientas farmacológicas y no farmacológicas para poder controlar la hipertensión arterial, su prevalencia sigue aumentando”.
El rol de los genes en la hipertensión arterial
En el origen de la hipertensión están implicados tanto factores genéticos y como ambientales que, por distintas vías, alteran el equilibrio de las sustancias reguladoras del tono vascular. La elevación prolongada de las cifras de presión arterial tiene dos consecuencias directas sobre la pared de los vasos: se altera la función normal del endotelio y se modifica la estructura de la pared vascular. Esta doble alteración vascular unida a la sobrecarga tensional crónica compromete la perfusión, la estructura y la función de los distintos órganos del organismo.
Para abordar el problema, conviene hacer una distinción entre hipertensión esencial e hipertensión secundaria. El primer tipo, que representa un porcentaje muy alto de los casos que encontramos en España, está ligado de forma muy importante a factores genéticos. Ello condiciona la respuesta al tratamiento y debe ser tenido en cuenta a la hora de establecer pautas de control apropiadas.
“Actualmente es cada vez más frecuente hablar de epigenética también en el ámbito de la nutrición. Sabemos que, por ejemplo, hay pacientes sensibles a la restricción de la sal y otros que no responden a esta medida. Lo mismo ocurre ante recomendaciones sobre la cantidad de calorías o de potasio para controlar la hipertensión”, explicaba la experta de SEMERGEN. “Aunque hay pautas generales, se ha demostrado que existe una serie de factores moduladores que, desde el punto de vista fisiológico, convierten la respuesta a los tratamientos en algo individual e intransferible, aunque la ingesta de alimentos sea la misma”.
Un abordaje global
La hipertensión, la diabetes, el sobrepeso, las dislipemias e hiperlipemias, el aumento del colesterol, etc. influyen de forma conjunta en el posible desarrollo de una enfermedad cardiovascular. Por ello el hablar de factores de riesgo de forma aislada no se corresponde con la realidad, que demanda un abordaje global de todos estos problemas.
“En cuestión de factores de riesgo, uno más uno no es igual a dos. No podemos pensar que por cada factor de riesgo que presente un paciente se suma un tanto por ciento de probabilidad de padecer una enfermedad cardiovascular severa, de forma acumulable”, quiso aclarar la Dra. López Díaz-Ufano refiriéndose a la actuación de estos factores de riesgo que hace necesarias estrategias de tratamiento globales, teniendo en cuanta las respuestas serán diferentes en cada paciente, dependiendo de sus síntomas, su sexo y su edad, entre otros aspectos.
Como objetivos generales para favorecer la prevención y detener el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, desde la Atención Primaria se recomendará llevar un estilo de vida saludable, con actividad física y una alimentación equilibrada, evitando el sobrepeso y manteniendo cifras de presión por debajo de 140/90, cifras de colesterol total por debajo de 200 y una glucemia en ayunas inferior a 100 mg/dl.
El primer paso, dejar de fumar
“Como médicos de Atención Primaria es evidente que, para un abordaje global de la enfermedad cardiovascular, lo que primero que tenemos que indicar a aquellos pacientes fumadores es que abandonen el hábito del tabaco”, marcó como punto de partida la doctora. Dejar de fumar supone un difícil reto para muchas personas, aunque es un paso necesario para prevenir y controlar problemas cardiovasculares. En este reto, los pacientes pueden contar con el apoyo del médico de Atención Primaria, quien valorará el grado de disposición y de adicción y proporcionará un consejo conductual con una terapia de sustitución, farmacológica o no según el caso, haciendo uso de un calendario de visitas para facilitar el seguimiento.
Dra. María Luisa López Díaz Ufano
Doctora en Medicina. Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Experta en Nutrición y Planificación Dietética.
Es coordinadora del Grupo de Trabajo de Nutrición la Sociedad de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) y ha colaborado en la redacción del Plan Nacional para la Reducción del Consumo de Sal, iniciativa de la AESAN cuyo fin último es reducir la prevalencia de la hipertensión arterial y las enfermedades cardiovasculares en España.
Es autora de diferentes libros y capítulos relacionados con la Nutrición en Atención Primaria y ha participado en múltiples congresos como ponente en conferencias, mesas y talleres.
Actualmente ejerce como Médica de Familia en el Centro de Salud Rosa de Luxemburgo, en San Sebastián de los Reyes (Madrid).
Beneficios de la actividad física
Una segunda medida para el control de la presión arterial es la introducción de actividad física en el día a día del paciente. La Dra. López Díaz-Ufano recordaba que, tal y como se ha demostrado, la práctica de ejercicio vigoroso puede contribuir a una disminución de hasta 10 ml de mercurio la presión sistólica. “Dentro del campo de la Atención Primaria, debemos fomentar la actividad física en todos los grupos de edad, recomendando entre 30 y 40 minutos diarios de ejercicio moderado a aquellas personas sanas, con un aumento de un 60 a un 70% en su frecuencia cardiaca máxima. En los pacientes que ya padezcan una enfermedad cardiovascular, los consejos para un prevención secundaria incluirán también la práctica de actividad física, si bien estas indicaciones deben estar muy personalizados y, en algunos casos, irán precedidas de pruebas de esfuerzo”.
Ingredientes para una dieta contra la hipertensión
Tradicionalmente, algunos de los nutrientes y micronutrientes que se han relacionado con la hipertensión son los ácidos grasos, el colesterol, la fibra, los antioxidantes, los folatos y flavonoides, y minerales como el sodio y el potasio. Sin embargo, además de a estos, hay que prestar atención al total de la dieta, puesto que todos los nutrientes se vinculan, directa o indirectamente, con la hipertensión.
En relación a algunos de estos componentes, las evidencias son del todo claras. Es el caso de la la fibra, cuyo consumo -entre 25 y 30 g/día- ha demostrado provocar una disminución en la absorción de la grasas y de colesterol, así como un efecto regulador en la absorción de hidratos de carbono. En el caso de los antioxidantes y los folatos, apunta la Dra. López Díaz-Ufano, los estudios existentes son más controvertidos: estos nutrientes se han relacionado con la oxidación de la LDL colesterol, pero no hay datos concluyentes.
Si bien las investigaciones en torno al potasio también han desencadenado controversia -se ha llegado a relacionar un aumento consumo, tanto en normotensos como en pacientes hipertensos, con el aumento de las cifras de tensión arterial- las conclusiones en cuanto a los efectos del sodio en la dieta son claras y las recomendaciones para pacientes hipertensos son prácticamente unánimes en este sentido: “existen evidencias muy claras que apuntan a que una disminución del consumo de sal y, por tanto, de sodio, tiene una repercusión directa sobre las cifras de presión arterial. Por este motivo, a nivel nacional existe la voluntad de llegar a un consenso según el cual la recomendación general para todas las personas sea tener un consumo inferior a 5 g de sal al día”.
Menos sal para una mejor salud cardiovascular
La dieta saludable para un paciente hipertenso comenzaría, evidentemente, con la restricción del sodio. Para determinar ese grado de restricción, los profesionales de la salud pueden valerse de una escala en la que se clasifica la hipertensión como leve, moderada o grave. De esta forma, atendiendo a las cifras de hipertensión del paciente y a los factores de riesgo añadidos, se prescribirán dietas hiposódicas amplias, moderadas, estrictas o severas.
Pero las pautas dietéticas para el paciente hipertenso no deben limitarse a las indicaciones en cuanto al consumo de sodio, sino que, además, se debe procurar la inclusión de una serie de oligoelementos para que mantener unas cifras de tensión arterial dentro de la normalidad y para lograr un control a nivel global. Por este motivo, la alimentación ha de ser rica y variada, con una ingesta calórica adecuada para mantener el peso ideal. Debe proporcionar un aporte adecuado de potasio y abundantes antioxidantes, por lo que deben estar muy presentes las legumbres, la fruta y las verduras frescas.
Dietas hiposódicas en función del nivel de hipertensión
- Dieta Hiposódica Amplia: en ella se permite una ingesta de hasta 3.000 mg de sodio diarios, que se corresponde con la cantidad de aportan los 5 g de cloruro sódico o sal común en la comida que constituyen la recomendación nacional en cuanto a la ingesta máxima de sal. Eso significa una restricción en embutidos, así como en platos preparados, salsas o sopas con un alto contenido en sal.
- Dieta Hiposódica Moderada: comprende una ingesta máxima de 2.300 mg de sodio al día y la limitación tanto de la sal de mesa como de alimentos muy condimentados.
- Dieta Hiposódica Estricta: se prescribe cuando ya hay cifras muy elevadas de presión arterial o difíciles de controlar, así como cuando empiezan a aparecer edemas. En este tipo de dieta la cantidad de sodio se limita a 1.000 mg al día.
- Dieta Hiposódica Severa: es la recomendada a pacientes que presentan una insuficiencia cardiaca congestiva u otras patologías asociadas y derivadas de la insuficiencia cardiaca, como puede ser la ascitis. En estos casos, el consumo de sodio no debe exceder los 500 mg de sodio al día.
También deberá fomentarse el consumo de pescado azul, cereales integrales y aceite de oliva, mientras que la ingesta de productos lácteos, desnatados o semidesnatados, debe ser moderada, con péptidos biológicamente activos de efecto antihipertensivo. Por otra parte, deberán limitarse el alcohol, la cafeína y, sobre todo, las grasas saturadas, que no deberían suponer más del 10% del valor energético total de la dieta.
La Dieta Mediterránea, por recoger en su diseño todas estas recomendaciones, resulta un patrón altamente recomendable para pacientes hipertensos, habiéndose demostrado sobradamente que este modelo produce un efecto beneficioso sobre los niveles de presión arterial.
Además de las pautas dietéticas y de hábitos de vida, totalmente necesarias en la atención primaria de la hipertensión, los profesionales de la salud valorarán, en función de los niveles de presión arterial y de la presencia de otros factores de riesgo cardiovascular, la conveniencia de introducir un tratamiento farmacológico complementario.
Implicación de todos los actores
Según la Dra. López Díaz-Ufano, para que todas estas recomendaciones se consoliden y que, de esta forma, deje de aumentar el número de personas que llegan a las consultas de Atención Primaria con cifras elevadas de presión arterial “tiene que existir un compromiso por parte de todas las instituciones, comenzando por el nivel macro, por la administración”. La experta en Nutrición subrayó la necesidad de normativas nutricionales, de obligatorio cumplimiento, que regulen el contenido en grasas saturadas y en sal de los alimentos procesados, de forma que estos vayan disminuyendo poco a poco.
En este sentido, la doctora apuntó como una iniciativa interesante la colaboración entre instituciones sanitarias y las empresas agroalimentarias con el fin de que, además de facilitar al consumidor productos más saludables, se establezca un sistema de etiquetado que ayude al consumidor a comprender la información nutricional y tomar decisiones para llevar una alimentación adecuada a sus necesidades.
La familia y la escuela, como promotoras de hábitos saludables, deberían trabajar de forma conjunta y complementaria a favor de la prevención, en opinión de la doctora, “porque es muy difícil que los hábitos que se han establecido en la infancia se cambien en la edad adulta.” Por ello apoya la introducción de programas de educación para la salud, diseñados desde Atención Primaria y dirigidos a poblaciones tanto infantiles como adultas, incluyendo como figuras muy importantes a los padres y educadores.
Sin embargo, todas estas medidas no serían suficientes si no se inculcase en el paciente el sentido de autocuidado, una noción los profesionales de la Atención Primaria deben saber transmir. “Tradicionalmente el médico ha actuado protegiendo, recomendando o prohibiendo, pero lo que realmente funciona en la intervención con pacientes crónicos es el concienciar, porque es el propio paciente el que debe implicarse y hacerse cargo de su enfermedad, entendiendo que las pautas a seguir son por su beneficio, y no consisten en órdenes caprichosas de un médico”.
Hiperlipemias, factores genéticos y ambientales. ¿Qué importancia tiene la grasa de la dieta en la etiología y el tratamiento?
La aparición de las hiperlipemias está en buena medida condicionada por factores genéticos, si bien el control de aspectos ambientales, como la dieta, es una parte fundamental de su manejo. Generalmente, el tratamiento no farmacológico de las hiperlipemias ha contemplado, como primer punto, la restricción de las grasas de la dieta. Sin embargo, hoy se sabe que, en cuestión de grasas, no sólo es importante la cantidad que se consume, sino, sobre todo, la calidad de las mismas.
En su intervención, el Dr. Pedro Mata, Presidente de la Fundación Española de la Asociación de Hipercolesterolemia Familiar y uno de los más prestigiosos expertos en la materia, explicó cuál es el origen de las hiperlipemias genéticas, un conjunto de trastornos heredados que presentan un elevado riesgo cardiovascular y afectan a un 5% de la población, o que se traduce en al menos 2 millones de personas en España. Asimismo, profundizó en la influencia que la alimentación, como factor ambiental, es capaz de ejercer sobre la expresión genética de las hiperlipemias, un aspecto fundamental para su abordaje y seguimiento desde la consulta de Atención Primaria.
“Un problema muy importante en relación a la morbilidad de la enfermedad cardiovascular es la falta de diagnóstico de numerosos casos de hiperlipemia, un problema que además de estar infradiagnosticado, está infratratado. A ello se suma que menos del 30% de los pacientes que presenta una hiperlipemia o una dislipemia alcanzan con el tratamiento hipolipemiante el objetivo en colesterol LDL”. Con estos planteamientos preliminares el Dr. Mata esbozó el contexto de un trastorno más común de los que cabría esperar y que contribuye de forma muy significativa al desarrollo de enfermedades cardiovasculares graves.
Distintos genes, distinta predisposición
Existen tres tipos de hiperlipemias que tienen una base genética o una predisposición familiar. Las más importantes se heredan de modo dominante y son la hipercolesterolemia familiar heterozigota (HF) y la hiperlipemia familiar combinada (HFC). En su consulta, un médico de Atención Primaria puede encontrar de 3-4 pacientes y con 20-25 con este primer y segundo tipo de hiperlipemias, respectivamente. Por su parte, la hipercolesterolemia poligénica, más frecuente, podría estar presente en al menos 50 pacientes de cada consulta de Atención Primaria. Este tercer tipo tiene un modo de herencia más complejo, en la que la interacción de numerosos genes con una dieta rica en grasa saturada contribuye a la expresión del aumento de colesterol.
En la hipercolesterolemia familiar heterozigota, que constituye el tipo de hiperlipemia menos frecuente pero también el trastorno genético más prevalente en la población española –afecta a alrededor de 100.000 personas- la carga genética tiene un papel predominante a la hora de desencadenar su expresión fenotípica. Si bien es cierto que la dieta puede modular dicha expresión fenotípica, lo hará de forma mucho menos importante que en el resto de casos de hiperlipemias.
La hiperlipemia familiar combinada, que se suele manifestar en la mitad de los miembros de la familia, cursa con colesterol y/o triglicéridos elevados. Las personas a las que afecta son las que mayor predisposición tienen a desarrollar una enfermedad a edades tempranas, en torno a los 40 y los 45 años. Esta tendencia se ve reforzada al ser frecuentemente la asociación de la HFC con cuadros de hipertensión, diabetes y niveles bajos de colesterol HDL.
Dr. Pedro Mata López
Doctor en Medicina especialista en Medicina Interna. Ha sido Jefe Asociado de Medicina Interna y Director de la Unidad de Lípidos de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid hasta 2012.
El Dr. Mata es fundador y Presidente de la Fundación Española de la Asociación de Hipercolesterolemia Familiar y profesor visitante en la Universidad de Valparaiso (Chile). Ha sido además coordinador de la Red Temática de Investigación en Hiperlipemias Hereditarias en España del Instituto de Salud Carlos III, coordinador del proyecto de investigación traslacional “Prognostic factors of cardiovascular disease mortality and morbidity in a cohort of families with genetic diagnoses of Familial Hypercholesterolaemia”, financiado por el CNIC (Centro Nacional de Investigación Cardiovascular), y Director del estudio prospectivo de una cohorte española de Hipercolesterolemia Familiar (SAFEHEART) con más de 3.800 pacientes.
Es autor de más de 150 publicaciones en revistas nacionales e internacionales y capítulos de libros. Ha participado como ponente invitado en numerosas conferencias nacionales e internacionales relacionadas con el control de los factores de riesgo cardiovascular y con las hiperlipemias genéticas, especialmente la hipercolesterolemia familiar.
La hipercolesterolemia poligénica no presenta esa agregación familiar tan acusada, pero, al igual que el resto de hiperlipemias, conlleva también un riesgo cardiovascular. En esta, así como en la HFC, la expresión fenotípica de la enfermedad puede llegar a controlarse de forma bastante efectiva si los pacientes siguen una dieta adecuada, realizan actividad física y controlan su peso.
Un tratamiento combinado para una patología compleja
“Dado que la alteración del metabolismo lipídico que subyace en los pacientes con hiperlipemias suele ser severa, el tratamiento farmacológico suele considerarse primordial y supone el eje principal de su manejo clínico”. Sin embargo, el estilo de vida saludable y, fundamentalmente la alimentación, han demostrado influir en el curso natural de las hiperlipemias, así como en el desarrollo de complicaciones cardiovasculares.
Aunque existen recomendaciones generales para estos pacientes – como, por ejemplo, reducir el peso corporal si hay sobrepeso u obesidad- la prescripción debe basarse en el conocimiento de cada caso concreto, puesto que pondrá más o menos hincapié en distintas medidas si existe una hipercolesterolemia pura –en la que sólo los niveles de colesterol son elevados-, si sólo se observan niveles altos de triglicéridos o si se trata de una hiperlipemia mixta, con niveles elevados tanto de colesterol como de triglicéridos.
La supresión del consumo de alcohol, por ejemplo, es especialmente importante en pacientes con triglicéridos altos, que padecen una hiperlipemia familiar combinada o una hipertriglicemia, ya que el alcohol incide en la síntesis de triglicéridos hepáticos y facilita el depósito de grasa, como ocurre en los casos de hígado graso.
La grasa y la dieta
“A nivel poblacional, las grasas de la dieta siempre han tenido muy mala prensa, se han considerado como algo nocivo. Pero lo cierto es que las grasas de la dieta tienen la misma importancia que puedan tener las proteínas o los hidratos de carbono”. El Dr. Pedro Mata reivindicaba de esta manera el papel fundamental que las grasas tienen en una alimentación saludable, afirmando que lo importante de la grasa no es la cantidad, sino la calidad de esa grasa de la dieta. “En este aspecto muy a menudo nos hemos equivocado. La grasa de la dieta, cuando es de calidad, nos proporciona ácidos grasos esenciales, facilita la absorción de vitaminas liposolubles y tiene efectos beneficiosos importantes sobre la enfermedad cardiovascular y sobre otras enfermedades crónicas”.
En su exposición, el Dr. Mata quiso detenerse en las grasas saturadas, grasas trans y colesterol de la dieta, que calificó como “nutrientes desfavorables en su relación con el riesgo cardiovascular”, siendo “mucho más perjudiciales los dos primeros que el propio colesterol de la dieta”. También quiso señalar algunos de los nutrientes favorables recomendados en el tratamiento dietético de las hiperlipemias, como los ácidos grasos monoinsaturados, las grasas poliinsaturadas y los esteroles vegetales, entre otros. Todos ellos formarían parte de una dieta global y variada, pero lo que la haría saludable es el consumo de abundantes nutrientes favorables frente a una cantidad muy inferior de aquellos desfavorables.
Grasas saturadas frente a grasas insaturadas
La relación entre un alto consumo de grasas saturadas, una baja ingesta de grasas monoinsaturadas y una mayor incidencia de eventos cardiovasculares ya ha sido sobradamente demostrada. El propio Dr. Mata participó hace más de 15 años en un estudio sobre poblaciones normocolesterolémicas a las que se pautó dietas que, aunque basadas en la dieta mediterránea, variaban en la fuente principal de grasa -ácidos grasos saturados, monoinsaturados o poliinsaturados n-3 -. A partir de esta experiencia se comprobó que en sujetos que habían seguido dietas ricas en grasas monoinsaturas, en las que el aceite de oliva era la principal fuente de grasa, el colesterol LDL disminuía al menos 20 mg/dl, mientras que también podía aumentar el “colesterol bueno”, el HDL.
Tal conocimiento ha sido confirmado y ampliado por los resultados del Estudio PREDIMED, recientemente publicados, que demuestran que la dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva virgen extra o nueces reduce la incidencia de eventos cardiovasculares. En este sentido, Pedro Mata concluía: “Hace unos años se recomendaba disminuir el consumo de grasa total de la dieta para reducir el riesgo cardiovascular, prescribiendo dietas en las que el aporte de grasa suponía del 20 al 30 % de las calorías de la dieta. Frente a esto, ahora disponemos de evidencias suficientes para afirmar que una dieta mediterránea, que habitualmente contiene de un 35 a un 38% de grasa total – puede tener un mayor efecto proyector frente a esos factores de riesgo, precisamente por incluir un mayor aporte de grasa monoinsaturada”.
Omega-3, un valioso nutriente contra la hipertriglicemia
El papel de los ácidos grasos omega-3 en las dietas para el control de las hiperlipemias es muy valorado por los especialistas. Este nutriente es capaz no sólo de disminuir los triglicéridos, sino también, según explicaba el Dr. Mata, de reducir la presión arterial, de prevenir la trombosis y de proteger contra la arritmia y la muerte súbita.
El especialista destacaba que, además, “tienen un efecto casi inmediato por su incorporación a las membranas celulares”. A todo ello se suma la capacidad de los ácidos grasos omega-3 para prevenir la degeneración macular asociada a la edad y, al igual que los ácidos grasos monoinsaturados, para enlentecer el deterioro cognitivo.
En cuanto a las recomendaciones sobre el consumo de omega-3 para alcanzar esos efectos beneficiosos, el Dr. Mata indica que “las personas sin enfermedad cardiovascular deberían consumir pescado azul al menos 2-3 veces por semana, así como alimentos ricos en ácidos linoleicos. Los afectados por enfermedad cardiovascular deberían consumir en torno a 1 gr al día de ácidos grasos omega-3, fundamentalmente los de cadena más larga, que a veces puede proceder del pescado. Es estos casos, si fuese necesario un suplemento mayor, se pueden tomar cápsulas de omega-3 o bien alimentos enriquecidos”.
Si bien los ácidos omega-3 no provocan una disminución de los niveles de colesterol –creerlo así es “un error frecuente”, según el Dr. Mata- sí son muy útiles en el tratamiento de la hipertriglicemia, aunque consumidos a dosis muy altas, del orden de 4 mg/día. “A nivel de perfil lipídico, los omega-3 actúan sobre todo en personas con triglicéridos elevados. En casos de hipertiglicemia severa, además de ser recomendable consumir omega-3 en dosis muy altas, también puede ser necesario administrar triglicéridos de cadena media”.
Esteroles vegetales para la reducción del colesterol
Los esteroles vegetales son insolubles en agua y poco solubles en aceite, lo que mejora su actuación mediante la terificación. No se sintetizan por el organismo y diminuyen la absorción intestinal del colesterol en un 30%, siendo capaces de reducir entre un 10 y un 15% los niveles de colesterol LDL con un consumo de 2 g/día. El efecto hipolipemiante se ha demostrado en todo tipo de pacientes, tanto en adultos como en niños, en normocolesterolémicos y en hipercolesterolémicos.
La respuesta es independiente de la cantidad de grasa de la dieta y no tienen efectos adversos importantes. Su administración puede ser complementaria a la de un tratamiento farmacológico, manteniendo un efecto hipolipemiante adicional al uso de las estatinas, con una reducción de un 10% del colesterol LDL. A partir de esta reducción del LDL, los esteroles vegetales son útiles para lograr una reducción de la morbilidad y la mortalidad por enfermedad cardiovascular.
Grasas trans, una grasa a evitar
Los ácidos grasos trans, que provienen fundamentalmente de la hidrogenización de las grasas vegetales líquidas para obtener grasas sólidas, han demostrado ser las más nocivas para la salud cardiovascular: el sustituir un 1% del total de calorías de la dieta por grasas trans conlleva un importante aumento del colesterol LDL. Sin embargo, lo que las hace más perjudiciales que las grasas saturadas es que este efecto viene acompañado de una disminución del colesterol HDL.
En las sociedades actuales el consumo de grasas trans puede situarse en torno a 8-9 g/día. “Si redujésemos esa cantidad a la mitad o si las eliminásemos totalmente de la dieta podríamos reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular entre un 12 y un 24%”, apunta el Dr. Mata. Dados sus efectos sobre el organismo, el consumo de grasas trans no debería exceder los 2 gr/día. Aunque estas grasas están presentes, en cantidades muy pequeñas, en algunos alimentos de origen natural, la principal medida para limitar su ingesta es vigilar el consumo de alimentos preparados y de bollería industrial, que generalmente son los productos en los que se encuentran presentes estas grasas trans.
La dieta mediterránea, una dieta global cardiosaludable
Para el Dr. Pedro Mata, una estrategia dietética para reducir el colesterol estaría constituida por una dieta baja en grasas saturadas -por debajo de un 9%- y un consumo de colesterol por debajo de 300 mg/día. Esta medida podía suponer una reducción de hasta un 15% en los niveles de LDL. Si a ello se le suma el consumo de esteroles vegetales, la reducción podría incrementarse otro 10%. La introducción de fibra soluble, especialmente procedente de la avena, contribuye a una disminución adicional de un 2-5%. La reducción del peso corporal produciría otro efecto aditivo. “De ello podemos deducir que una dieta con estas características produciría, en la mayoría de los individuos, una reducción de en torno un 30% del nivel de colesterol LDL. Esto equivale al efecto de una de las estatinas más potentes en sus dosis iniciales”.
La “dieta única” es el concepto al que recurre el Dr. Mata para referirse tratamiento dietético más adecuado para las hiperlipemias. Un tipo de dieta que el doctor identifica con los patrones esenciales de la dieta mediterránea. “Una alimentación saludable sería aquella con un consumo limitado de calorías y una baja ingesta de grasas saturadas y colesterol, e incluso nula en grasas trans, sin que ello signifique una menor ingesta de grasa total si no hay sobrepeso. Podríamos seguir el modelo de la dieta mediterránea, caracterizado por la calidad de la grasa, que se obtiene principalmente del aceite de oliva”.
En esta dieta única de inspiración mediterránea la clave está en la combinación de nutrientes. En ella deben estar presentes, de forma abundante, productos vegetales tales como cereales integrales, verduras, hortalizas, frutas y frutos secos, así como pescados, que garanticen una ingesta suficiente de omega-3. Se ha de limitar, por otra parte, el consumo de carnes rojas y de productos procesados, pero no se prohíbe ningún grupo de alimentos. “Como se ha demostrado, la adherencia a una dieta tipo mediterránea contribuirá a disminuir de forma muy significativa la morbilidad por enfermedad coronaria y por enfermedad cerebrovascular”.
El papel de la industria alimentaria y la distribución en la reducción de los factores de riesgo cardiovascular modificables con la alimentación
Como afirman los especialistas, el establecer acuerdos entre las industrias alimentarias, las instituciones públicas y los profesionales médicos es un paso fundamental para la prevención de las enfermedades cardiovasculares y para minimizar el impacto que estas tienen sobre la vida de un gran número de personas y sobre el propio sistema sanitario. Iniciativas a favor de esta prevención, como las desarrolladas por EROSKI y su Fundación, quieren contribuir a que cada vez sean menos los casos de personas que llegan a la consulta de Atención Primaria con factores de riesgo cardiovascular evitables.
La industria alimentaria, desde su relación estrecha con el consumidor y su poder de actuación sobre lo que comercializa, puede realizar una valiosa contribución a la prevención cardiovascular en estadios previos a la Atención Primaria sanitaria, precisamente promoviendo la prevención a través de la alimentación saludable. Este es el planteamiento que motiva muchas de las acciones de la Fundación EROSKI, dirigida por Alejandro Martínez Berriochoa, quien completó la mesa redonda aportando el punto de vista de la distribución sobre las estrategias educativas y nutricionales para frenar la incidencia de las enfermedades cardiovasculares.
“El primer paso para implicarse en este reto es ser consciente de lo que hay que hacer, algo que ha caracterizado desde sus inicios a una empresa de base cooperativa como EROSKI, en la que el consumidor y sus necesidades están en el centro de la toma de decisiones” afirmó Alejandro Martínez. Este contacto directo con el ciudadano hace más fácil detectar preocupaciones en relación a su salud y poner en marcha iniciativas que den respuesta a sus necesidades. Es el caso, por ejemplo, de la retirada de las grasas trans que de todos los productos de marca propia que EROSKI alcanzó en 2010.
En esta misma línea, en 2012 EROSKI lanzó una gama de alimentos saludables con un perfil nutricional mejorado, EROSKI Sannia. En ellos se ha reducido los contenidos de grasas, sal y azúcares, o se han incorporado nutrientes beneficiosos, como la fibra y los estanoles vegetales, para dar lugar a productos acordes con las recomendaciones de los profesionales de la salud.
Esta actuación sobre el producto se ha de complementar con una información comprensible y transparente de cara al consumidor, que le permitirá tomar decisiones racionales y seguir de forma más sencilla los consejos médicos. Esta es la finalidad del Semáforo Nutricional, un sistema de etiquetado basado en un código de colores que resalta la composición de cada producto y permite conocer de forma inmediata si esta es adecuada a las necesidades del consumidor. La buena acogida que ha recibido este Semáforo Nutricional de EROSKI ha propiciado su uso no sólo en el etiquetado, sino también en productos informativos como EROSKI Consumer, donde se ofrecen menús adaptables a cada persona con información completa sobre los nutrientes y las calorías que aporta cada plato. Más recientemente este sistema se ha adaptado también a dispositivos móviles con la creación de una aplicación de recetas con comentarios dietéticos con la que se quiere hacer más fácil el seguir una dieta saludable y personalizada.
“La salud y el bienestar de los ciudadanos no es asunto solo de médicos, sino que nos compete a todos. Una organización como EROSKI es responsable del efecto que lo que vende, fundamentalmente alimentos, tiene en la salud pública. Asumir esa responsabilidad significa no sólo ofrecer productos de calidad, sino hacer todo lo que, como agente social, está en nuestra mano”, afirmó Alejandro Martínez. Una voluntad que, contando con la colaboración de sociedades científicas y expertos en salud, desea traducirse, en un futuro no lejano, en una mejora en la salud de los ciudadanos.